miércoles, 22 de agosto de 2018

LA RUPTURA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ CON EL "27".


Uno de los episodios que más atraen la mirada de la crítica de los acaecidos en 1927 es el de la ruptura brusca y malhumorada de Juan Ramón con todos los que habían sido sus discípulos desde Índice, incluso con su “secretario permanente” José Bergamín. Este hecho, además de reincidir en el carácter difícil del poeta andaluz, constata que los jóvenes escritores han conseguido su objetivo de diferenciarse estéticamente de sus maestros; sin embargo, Juan Ramón es el único de ellos que se muestra tan a las claras resentido por aquella actitud iconoclasta. Son varias las causas que se aducen para explicar el enfado de Juan Ramón. La más socorrida se refiere al hecho de que la nueva Revista de Occidente terminara por acaparar a todos los jóvenes, los que eran sus discípulos y habían tenido la oportunidad de publicar en la Biblioteca de Indice antes de que Fernando Vela les brindara la redacción de la revista de Ortega y Gasset. El poeta debió sentirse apartado y  quizás, humillado, cuando la ayuda que inicialmente le pidió Ortega para lanzar la revista fue luego rechazada por los jóvenes que tomarían las riendas de la publicación hasta trasmutarla en la que Juan Ramón terminaría llamando “Revista de Desoriente”. Por otro lado, habría que señalar las distintas posturas estéticas del maestro y los nuevos escritores: algunos de aquellos jóvenes mostraban gran interés por el teatro, como Lorca, Alberti y Bergamín; además, Juan Ramón era indiferente a la poesía de los siglos XVI y XVII, y Góngora fue para él un usurpador de su influencia y de su indiscutible magisterio. 

La ruptura de José Bergamín con su admirado maestro Juan Ramón se precipita a raíz de las críticas y acusaciones que el poeta comienza a airear cuando se proyecta la celebración del centenario gongorino. A la invitación que le hicieron los jóvenes escritores no contestaría en su debido momento, sino que publicaría aquella respuesta, podría pensarse que con cierta alevosía, en el número 1 de su “Diario Poético (Obra en Marcha)”. La carta en cuestión, fechada el 17 de febrero de 1927,  iba dirigida a Alberti y firmada por K. Q. X., seudónimo que fue motivo de risa para los del 27, y en ella ataca duramente a Gerardo Diego, que llevaba la voz cantante en la organización del centenario: “Bergamín me habló ayer de lo de Góngora. El carácter y la extensión que Gerardo Diego pretende dar a este asunto de la Revista de Desoriente, me quitan las ganas de entrar en él”. A Juan Ramón tuvo que molestarle muchísimo que fuera la Revista de Occidente la encargada de publicar los trabajos que nacieran del centenario y que, por tanto, su labor de años como uno de los editores más pulcros y exigentes y su apoyo con ese trabajo a los jóvenes quedara ahora, a su modo de verlo,  completamente olvidado. A partir de entonces sus rencillas con los discípulos se hicieron cada vez más aceradas. Bergamín no consideró justa la actitud airada de Juan Ramón con sus compañeros de promoción y determinó romper su amistad con él una tarde de 1927. Así explica Bergamín la última velada con el poeta:

Yo rompí con él por un acto que promovió en Sevilla Sánchez Mejías. Juan Ramón atacó muy duramente a Lorca, Alberti, Guillén y Salinas; yo le dije que cambiara de conversación, pues eran mis amigos, pero él insistió añadiendo a Prados, Altolaguirre y Cernuda, calificándolos de “mariconcillos de playa”. Le dije que no podía escuchar una cosa así, ya que en Andalucía era una injuria muy despectiva, a lo que me respondió: “Y además, se lo diré a ellos”. Zenobia intervino, intentando apaciguar los ánimos, pero Juan Ramón replicó: “Cerraré mi puerta y ya no tendremos nada que ver”, a lo que respondí: “Voy a sentirlo mucho porque ya no podré oír todo lo malo que usted diga de mí”. Todo el mundo me felicitaba por el rompimiento. Valle Inclán me estuvo hablando de eso toda una noche entera, todo un paseo desde la Puerta del Sol hasta la Plaza de Colón, por todos los cafés de la Calle de Alcalá. Y me decía: “Es que Juan Ramón no ez humano”.

Aquel aplaudido fin de una relación tan estrecha como luego tan encendida de rencor, junto con los desatinos del poeta en sus palabras sobre los jóvenes, hicieron acreedor a Jiménez de un lugar en la “Tontología” de Lola, con que se cierra la narración del vapuleado homenaje a Góngora.

 José Bergamín y Juan Ramón no volverían a cruzar ni una palabra; sin embargo, sí que aprovecharían cualquier ocasión para endurecer aún más sus ataques. En 1929, cuando Bergamín era ya un escritor con cuatro libros publicados y un sin fin de artículos y trabajos en las revistas y diarios de la época, Juan Ramón arremete con un texto titulado “Pasa José Bergamín, pasa”, donde lo acusa de escritor advenedizo necesitado siempre de un “héroe actual” o de “un héroe amigo estético” al que ensalza hasta el cansancio (bien se ve que Juan Ramón quería seguir siendo ese personaje exaltado) y de tejer un lenguaje con retazos tomados de aquí y de allá. “José Bergamín —nos dice el poeta— se dedica a coger hilos de araña en la conversación y a trabajar con ellos una asintáxica tela crítica inverosímil, que casi siempre se le rompe [...] Estuche de útiles heterojéneos, José Bergamín es como esos bastones que son a la vez paraguas, metros y caña de pescar”. Juan Ramón descuidaba medir la envergadura de su enemigo, que puesto panza arriba doblaba el sarcasmo y el cinismo de su maestro. Podemos citar ahora como ejemplo el pequeño texto que le dedica en su revista Cruz y Raya, “Sucesión. Discontinuidad”, y que no a todos  sus compañeros les parecería oportuno ni apropiado, pues no hacía más que avivar viejos rencores y ahondar en la llaga de Juan Ramón, solo y desalentado por aquellos años. El odio que había nacido entre estos dos escritores era tan fuerte como había sido su amistad, tanto que José Bergamín fue convertido en excusa por Juan Ramón cuando se negó a figurar en la reedición de la antología de poetas contemporáneos de Gerardo Diego, a lo que sumaba su rechazo ya definitivo de  cualquier contacto con los jóvenes escritores. En la adversidad del exilio todavía habría lugar para la discordia y las desavenencias entre el maestro y su bien amado discípulo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Última publicación

EL TEXTO PUBLICITARIO (I)

En la sociedad actual de libre comercio, el consumo adquiere un papel relevante. Como fruto de la necesidad de vender productos, nace la pu...