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martes, 21 de junio de 2011

La nueva novela hispanoamericana: el "boom" (siglo XX).

En 1962 se publicaba en España La ciudad y los perros del peruano Mario Vargas Llosa. En 1967 llegaba Cien años de soledad del colombiano Gabriel García Márquez. Estas obras representativas y otras provocarán en los lectores españoles y europeos un gran asombro. Inmediatamente se descubrieron y se devoraron las obras de los autores hispanoamericanos. Era el llamado “boom” de la novela hispanoamericana, uno de los grandes acontecimientos literarios de nuestro tiempo.
Los nuevos novelistas llevan hasta sus últimas consecuencias las innovaciones que emprendieron los autores de las décadas de los 40 y 50, pero al mismo tiempo, enriquecen la novela con nuevos recursos.
1.  Se confirma la ampliación temática y, en especial, se incrementa la preferencia por la “novela urbana”. Cuando aparezca el ambiente rural recibirá un tratamiento muy nuevo.
2.  La integración de lo fantástico y de lo real se consolida. El “realismo mágico” se convierte en uno de los rasgos principales de los novelistas.
3.  La mayor ampliación artística se observa en el terreno de las formas. La estructura del relato es objeto de una profunda experimentación, que se refleja claramente en la renovación de las técnicas narrativas[1]:
3.1. La posición del autor y el “punto de vista”: frente al “autor omnisciente” y presente en la obra, se propugna la desaparición del autor; así se presentan los hechos sin ser comentados. Con ello enlaza la gran atención prestada al problema del punto de vista, o ángulo desde el cual el autor va a contemplar los sucesos y los personajes. Ese punto de vista puede ser único o múltiple. Único, si reduce su ángulo de enfoque para ver las cosas desde un solo personaje. Múltiple, si enfoca la historia, alternativamente, desde diversos personajes. Esos diversos enfoques pueden dar interpretaciones distintas y hasta contradictorias de la misma realidad, a veces enriqueciéndola, y a veces envolviéndola en incertidumbre. Es la técnica del perspectivismo.
3.2. El tratamiento de la anécdota: la novela contemporánea relega el argumento a un segundo plano y la anécdota se convierte en el pretexto para el discurso literario. La anécdota presentará una índole y un enfoque muy variado con respecto al siglo XIX. Además, frente al tratamiento realista, se dará cabida a lo imaginativo, lo alucinante, lo onírico, lo irracional... A veces la anécdota se carga de significación simbólica, se hace alegoría o parábola.
3.3. Procedimientos de estructuración: en lo que respecta a la estructura externa, se tiende a la organización por secuencias y no por capítulos numerados. Pero los procedimientos más novedosos los encontramos en la estructura interna. En este punto destaca la técnica del contrapunto, que consiste en presentar varias historias que se combinan y alternan. Son importantes también las formas de estructuración que se basan en el tiempo de la novela. La novela contemporánea tiende a presentar los hechos desordenados cronológicamente. En ocasiones, esta técnica pretende reproducir los mecanismos de evocación de la memoria. Pero también se percibe la influencia del montaje cinematográfico, con su técnica del “flash back” o salto atrás. Deben señalarse también el desarrollo discontinuo de la acción (con violentas elipsis) o la ausencia de desenlace (en la novela abierta).
3.4. Los personajes: no desaparece el análisis de personajes individuales, pero el personaje de la nueva novela presenta rasgos peculiares. Es característico que sea un individuo en conflicto con su entorno y consigo mismo, deseoso de encontrar su identidad; es un personaje borroso, zarandeado o anulado por sus circunstancias.
3.5. Las personas de la narración: es un aspecto relacionado con el punto de vista. El relato en tercera persona no implica que se restrinja el punto de vista a un narrador omnisciente o a un solo personaje. La narración en primera persona refuerza el análisis del personaje en crisis que nombramos anteriormente. Por otro lado, prolifera el uso de la segunda persona narrativa, donde ese “tú” es un personaje al que el narrador se dirige o se trata de un “tú autorreflexivo”. De todas formas, la novela actual tiende a combinar sin dificultad estas tres modalidades de personas de la narración.
3.6. Diálogos y monólogos: disminuye el uso del diálogo a favor de los procedimientos del estilo indirecto, del estilo indirecto libre y del monólogo interior.
3.7. Las descripciones: encontramos descripciones muy minuciosas que dan tanta importancia a los objetos como a la acción o a los personajes. A veces tenemos descripciones metafóricas o simbólicas, en las que la realidad aparece transmutada poéticamente y sirve para poner de relieve la problemática presentada.
3.8. Renovación estilística: se tiende a utilizar todos los recursos que potencien la tensión y la expresión artística; se exploran todas las posibilidades de la frase, desde las cortas hasta las más complejas y largas; se incorporan nuevos elementos antes extraños a la novela, como informes, expedientes, anuncios, textos periodísticos...; se emplean en ocasiones diversos artificios tipográficos como la ausencia de puntuación, disposiciones especiales de párrafos o líneas, uso de distintos tipos de letra...
4. La experimentación de la novela afectará, de modo particular, al lenguaje mismo, con la superposición de estilos o registros, con distorsiones sintácticas y léxicas, con una densa utilización del lenguaje poético,..
Por debajo de todo lo dicho late el convencimiento de la insuficiencia práctica y estética del realismo. Sin embargo, la ruptura con la técnica realista no supone el abandono de la realidad, sino una voluntad de abordarla desde ángulos más ricos y reveladores estéticamente.
Representante destacado de esta nueva novela hispanoamericana, junto a Ernesto Sábato, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes, es Gabriel García Márquez.

[1] Esta renovación de las técnicas narrativas afecta también a la novela europea y, en concreto, a la novela española a partir de las décadas de los 50 y 60.

La novela hispanoamericana antes del "boom".

Existen notables diferencias entre el desarrollo de la narrativa y de la poesía hispanoamericanas de principios del siglo XX. Durante los primeros lustros del siglo el cultivo de la novela es infinitamente menor que el de la lírica. Pero además, la evolución de la novela presenta un evidente retraso con respecto al de la poesía: cuando ya el Modernismo había renovado profundamente la expresión poética, la narrativa seguía por cauces heredados del siglo XIX. Sin embargo, cuando se produce esta renovación, la narrativa hispanoamericana se llega a situar en la primera línea de la narrativa mundial. En ese proceso se suelen distinguir tres etapas:
1.    La novela realista, dominante hasta aproximadamente 1940 ó 1945.
2.    Los comienzos de la renovación narrativa, con frutos cada vez más logrados entre 1945 y 1960.
3.    La consolidación y el espléndido desarrollo de la nueva narrativa, a partir de 1960, sobre todo.
LA PERVIVENCIA DEL REALISMO. LA NATURALEZA, LOS TEMAS SOCIALES Y LA NOVELA INDIGENISTA.
El realismo narrativo de la novela hispanoamericana de los primeros decenios del siglo XX tiene características propias. Es muy frecuente el uso de pinceladas naturalistas al mismo tiempo que se acude a un lenguaje romántico. Pero el rasgo más notorio de esta literatura son los temas tratados, que sirven a la presentación de la peculiaridad americana. Podemos distinguir los siguientes:
1.    La naturaleza. Una naturaleza de proporciones grandiosas y de gran diversidad, inexplorada en buena parte y cuyas fuerzas telúricas encuadran o condicionan la aventura humana. Los escenarios preferidos son la cordillera andina, la pampa, el altiplano, la selva amazónica... la atención que prestan los autores a las peculiaridades de cada zona hace que se pueda hablar de una novela regionalista.
2.    Los problemas políticos. La novela hispanoamericana encuentra un importante filón de argumentos en la inestabilidad política de aquellos países, sometidos continuamente a “revoluciones”, y en la frecuente presencia de dictadores que emanan de la oligarquía dominante.
3.    Los problemas sociales. La novela reflejará las desigualdades de la pirámide social: en su cumbre, la oligarquía aliada  a los intereses de las grandes potencias extranjeras que explotan las inmensas riquezas naturales; en la base, las peonadas de las grandes haciendas, los obreros de las omnipotentes compañías bananeras,...y una masa pobre e ignorante de indios y mestizos. La novela realista se convierte, por tanto, en una forma de protesta ante las desigualdades, y no como en Europa en reflejo o espejo de la sociedad. Muchas obras se proponen denunciar la oprimida condición del indio: de ahí que surja la llamada novela indigenista.
LA SUPERACIÓN DEL REALISMO. EL “REALISMO MÁGICO” O “LO REAL MARAVILLOSO”
A partir de 1940 se observa un cansancio de la novela realista. No desaparecen los temas cultivados hasta entonces, pero sí que serán tratados de diferente forma. Además, aparecen nuevos temas. Veamos algunos aspectos de esta renovación:
1.    Entre los temas nuevos, destaca el interés por el mundo urbano, frente al predominio de lo rural en la novela anterior; se tratarán los más variados problemas humanos o existenciales, además de los sociales, que no desaparecen.
2.    Junto a las realidades inmediatas, irrumpe la imaginación, lo fantástico. Pronto se hablará de realismo mágico (expresión creada por el escritor italiano Massimo Bontempelli en 1938) o de lo real maravilloso. Con esta última denominación se refería Alejo Carpentier al hecho de que el realismo puro es incapaz de recoger la asombrosa e insólita realidad del mundo americano. A partir de este momento, realidad y fantasía se presentarán íntimamente enlazadas en la novela: unas veces, por la presentación de lo mítico, de lo legendario, de lo mágico; otras, por el tratamiento alegórico o poético de la acción, de los personajes o de los ambientes.
3.    En el terreno de la estética, se aprecia un mayor cuidado constructivo y estilístico. Los autores tenderán a las innovaciones formales aportadas por los grandes novelistas europeos y norteamericanos (Kafka, Joyce, Faulkner...). Por otra parte, se asimilan elementos irracionales y oníricos procedentes del Surrealismo, que se adaptan perfectamente a la expresión de lo mágico o lo maravilloso.

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