En 1962 se publicaba en España La ciudad y los perros del peruano Mario Vargas Llosa. En 1967 llegaba Cien años de soledad del colombiano Gabriel García Márquez. Estas obras representativas y otras provocarán en los lectores españoles y europeos un gran asombro. Inmediatamente se descubrieron y se devoraron las obras de los autores hispanoamericanos. Era el llamado “boom” de la novela hispanoamericana, uno de los grandes acontecimientos literarios de nuestro tiempo.
Los nuevos novelistas llevan hasta sus últimas consecuencias las innovaciones que emprendieron los autores de las décadas de los 40 y 50, pero al mismo tiempo, enriquecen la novela con nuevos recursos.
1. Se confirma la ampliación temática y, en especial, se incrementa la preferencia por la “novela urbana”. Cuando aparezca el ambiente rural recibirá un tratamiento muy nuevo.
2. La integración de lo fantástico y de lo real se consolida. El “realismo mágico” se convierte en uno de los rasgos principales de los novelistas.
3. La mayor ampliación artística se observa en el terreno de las formas. La estructura del relato es objeto de una profunda experimentación, que se refleja claramente en la renovación de las técnicas narrativas[1]:
3.1. La posición del autor y el “punto de vista”: frente al “autor omnisciente” y presente en la obra, se propugna la desaparición del autor; así se presentan los hechos sin ser comentados. Con ello enlaza la gran atención prestada al problema del punto de vista, o ángulo desde el cual el autor va a contemplar los sucesos y los personajes. Ese punto de vista puede ser único o múltiple. Único, si reduce su ángulo de enfoque para ver las cosas desde un solo personaje. Múltiple, si enfoca la historia, alternativamente, desde diversos personajes. Esos diversos enfoques pueden dar interpretaciones distintas y hasta contradictorias de la misma realidad, a veces enriqueciéndola, y a veces envolviéndola en incertidumbre. Es la técnica del perspectivismo.
3.2. El tratamiento de la anécdota: la novela contemporánea relega el argumento a un segundo plano y la anécdota se convierte en el pretexto para el discurso literario. La anécdota presentará una índole y un enfoque muy variado con respecto al siglo XIX. Además, frente al tratamiento realista, se dará cabida a lo imaginativo, lo alucinante, lo onírico, lo irracional... A veces la anécdota se carga de significación simbólica, se hace alegoría o parábola.
3.3. Procedimientos de estructuración: en lo que respecta a la estructura externa, se tiende a la organización por secuencias y no por capítulos numerados. Pero los procedimientos más novedosos los encontramos en la estructura interna. En este punto destaca la técnica del contrapunto, que consiste en presentar varias historias que se combinan y alternan. Son importantes también las formas de estructuración que se basan en el tiempo de la novela. La novela contemporánea tiende a presentar los hechos desordenados cronológicamente. En ocasiones, esta técnica pretende reproducir los mecanismos de evocación de la memoria. Pero también se percibe la influencia del montaje cinematográfico, con su técnica del “flash back” o salto atrás. Deben señalarse también el desarrollo discontinuo de la acción (con violentas elipsis) o la ausencia de desenlace (en la novela abierta).
3.4. Los personajes: no desaparece el análisis de personajes individuales, pero el personaje de la nueva novela presenta rasgos peculiares. Es característico que sea un individuo en conflicto con su entorno y consigo mismo, deseoso de encontrar su identidad; es un personaje borroso, zarandeado o anulado por sus circunstancias.
3.5. Las personas de la narración: es un aspecto relacionado con el punto de vista. El relato en tercera persona no implica que se restrinja el punto de vista a un narrador omnisciente o a un solo personaje. La narración en primera persona refuerza el análisis del personaje en crisis que nombramos anteriormente. Por otro lado, prolifera el uso de la segunda persona narrativa, donde ese “tú” es un personaje al que el narrador se dirige o se trata de un “tú autorreflexivo”. De todas formas, la novela actual tiende a combinar sin dificultad estas tres modalidades de personas de la narración.
3.6. Diálogos y monólogos: disminuye el uso del diálogo a favor de los procedimientos del estilo indirecto, del estilo indirecto libre y del monólogo interior.
3.7. Las descripciones: encontramos descripciones muy minuciosas que dan tanta importancia a los objetos como a la acción o a los personajes. A veces tenemos descripciones metafóricas o simbólicas, en las que la realidad aparece transmutada poéticamente y sirve para poner de relieve la problemática presentada.
3.8. Renovación estilística: se tiende a utilizar todos los recursos que potencien la tensión y la expresión artística; se exploran todas las posibilidades de la frase, desde las cortas hasta las más complejas y largas; se incorporan nuevos elementos antes extraños a la novela, como informes, expedientes, anuncios, textos periodísticos...; se emplean en ocasiones diversos artificios tipográficos como la ausencia de puntuación, disposiciones especiales de párrafos o líneas, uso de distintos tipos de letra...
4. La experimentación de la novela afectará, de modo particular, al lenguaje mismo, con la superposición de estilos o registros, con distorsiones sintácticas y léxicas, con una densa utilización del lenguaje poético,..
Por debajo de todo lo dicho late el convencimiento de la insuficiencia práctica y estética del realismo. Sin embargo, la ruptura con la técnica realista no supone el abandono de la realidad, sino una voluntad de abordarla desde ángulos más ricos y reveladores estéticamente.
Representante destacado de esta nueva novela hispanoamericana, junto a Ernesto Sábato, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes, es Gabriel García Márquez.
[1] Esta renovación de las técnicas narrativas afecta también a la novela europea y, en concreto, a la novela española a partir de las décadas de los 50 y 60.
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