miércoles, 6 de abril de 2011

José Bergamín y sus "maestros". La "huella" indeleble.


      José Bergamín es hoy estimado como uno de los más representativos miembros de la promoción de escritores de la literatura española de los años 20 y 30. Tanto su ingente obra como su firme y extremada personalidad han padecido durante muchos años no ya el olvido, pues quienes se desvivían por ocultarlo o por silenciar su voz demostraban tenerlo muy en cuenta, sino lo que acaso siempre fue más penoso para él: las “interpretaciones torcidas”. Dentro del marco de sus relaciones con aquéllos con los que compartió intereses de diversa índole, sin excluir los estrictamente literarios o estéticos, la figura de José Bergamín adquiere el contorno y la dimensión que desde el principio le corresponden. Esta promoción de intelectuales y de artistas donde se inscribe su trabajo y los primeros años de su vida disfrutó de un momento sin precedentes en la historia de la Literatura Española. Las generaciones anteriores habían conquistado la independencia en las actividades del pensamiento y éstas, junto con la investigación en múltiples campos de las ciencias, habían llegado a constituir entonces una empresa digna de prestigio y de reconocido valor social. José Bergamín y sus compañeros de generación supieron aprovechar esta coyuntura y, siguiendo los pasos de los que eran sus mentores, lograron hacer de las décadas de los años 20 y 30 de nuestra literatura una segunda edad dorada por la riqueza y calidad de gran parte de sus manifestaciones artísticas. La deuda que estos hombres tuvieron con instituciones como el Centro de Estudios Históricos o  la Institución Libre de Enseñanza, y con personajes de la talla de José Ortega y Gasset o de Miguel de Unamuno, entre otros muchos, ha sido con frecuencia destacada por la crítica y admitida por ellos mismos. No en balde Julián Marías ha señalado que “es la tercera generación de nuestro tiempo, la que encontró ya la vigencia de la nueva etapa histórica  iniciada con la generación del 98. Es la primera generación que tuvo maestros españoles, en un doble sentido: maestros universitarios creadores, dueños de métodos plenamente actuales, y modelos literarios válidos, sin arcaísmo y frente a los cuales no se sintieran en actitud de discordia y ruptura”. Con estos maestros mantuvieron todos los del 27 relaciones guiadas por la admiración y el respeto y, de su mano, iniciaron la azarosa actividad del intelectual y del poeta. José Bergamín llevó en su persona y en su obra la huella candente de esos maestros; las circunstancias en que los conoció y algunos de los aspectos que rodean su relación con ellos son el objeto de estudio de los siguientes artículos que publicamos.

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